Cuando el Río se Rebela

Cómo perdimos a San Rafael y desencadenamos un proceso imparable en el río Coca

4 de febrero del 2020. Escena del colapso de San Rafael.

En noviembre del 2016, Ecuador inauguraba uno de los proyectos de infraestructura más promocionados de la historia, la hidroeléctrica Coca-Codo-Sinclair (CCS). La narrativa política cantaba que sería una de las mega obras que ayudarían al país a dar un gran paso hacia el desarrollo, permitiría exportar energía y asegurar la “soberanía energética”. El proyecto financiado y construido con capital Chino no tardó en generar polémica, desde su factibilidad técnica hasta su real capacidad de generación. A esto se sumaron denuncias de sobrecostos, serias fallas de construcción y casos de abuso laboral. Para agregar a la lista, y para sorpresa de muchos, la principal línea de transmisión eléctrica cruzaría en medio de uno de los paisajes más valorados de los andes ecuatorianos, generando un impacto visual incalculable sobre uno de los recursos escénicos más importantes para el país.

Todos estos condimentos son parte de ese plato amargo, de un proyecto que no tiene mucho de emblemático, pero no serán el objeto central de discusión en este texto. Aquí explicaré cómo la obra de captación de CCS podría estar involucrada en el colapso de la cascada de San Rafael y el posterior proceso erosivo que provocó la rotura de los oleoductos y se ha convertido en una seria amenaza que podría terminar llevándose otras infraestructuras como la vía a Lago Agrio, parte de Manuel Galindo y la misma obra de captación de la hidroeléctrica.

Efectos del proyecto CCS

Primero, es necesario entender que CCS es un proyecto hidroeléctrico “a filo de río”. En este tipo de diseño existe un sistema de captación de aguas que toma una porción del caudal del río que es transportada por un túnel a un embalse compensador y luego llevada por tubería de presión hacia la sala de máquinas donde se genera la energía. También es importante entender los riesgos naturales característicos de la cuenca hidrográfica del río Coca y la zona donde se ubica el proyecto, área llena de fallas geológicas, alta sismicidad, y la presencia de tres volcanes, Antisana, Cayambe y Reventador, el último uno de los volcanes más activos del país y ubicado a pocos kilómetros del proyecto. 

Obra de Captación de CCS. Fuente: Ministerio de Energía y RNNR

El sistema de captación de CCS se encuentra a pocos metros de la confluencia de los ríos Quijos y Salado. Dos ríos con una producción alta de sedimentos. La obra es un azud de mediana altura que represa el agua del río y eleva su nivel para reconducir las aguas hacia una serie de desarenadores. El impacto directo de esta obra sobre el río es evidente en la fotografía, y genera una serie de efectos en su dinámica que deben ser bien entendidos.

Las alteraciones que produce esta obra sobre el río se traducen principalmente en pérdida del caudal, la interrupción de la carga natural de sedimentos y la pérdida de energía cinética (movimiento) del flujo. La presa de captación actúa como una barrera que frena el flujo del río; a menor velocidad mayor sedimentación. Este no solo es un problema que altera el equilibro dinámico del río, también es un inconveniente para la propia obra de captación ya que genera un proceso acelerado de sedimentación y acumulación de bancos de arena que tras el paso de los años afectan el rendimiento del sistema, algo fácilmente reconocible a pocos años de inaugurado el proyecto. Si bien una parte de los sedimentos acumulados en los desarenadores son devueltos al río a través de la purga de aguas lodosas, éstos no necesariamente volverán a ser parte activa del flujo ya que el río ha perdido su energía de arrastre y no tiene la capacidad de reincorporarlos al cauce. Otro impacto directo de esta represa es la retención de los sedimentos de fondo de río (arena y grava), partículas más gruesas pero fundamentales ya que actúan como protección del lecho frente a la erosión. En resumen, la dinámica fluvial del río Coca ha sido severamente alterada.    

Cuando un río pierde sus sedimentos, busca recuperarlos y aumenta su capacidad erosiva, generando un efecto que se conoce como “aguas hambrientas”. Este fenómeno, pocas veces analizado en el desarrollo de obras hidráulicas, puede producir una acelerada erosión del lecho del río, socavar sus bancos y generar grietas subterráneas por infiltración, procesos que alteran la morfología del río aguas abajo. Los impactos de este efecto pueden alcanzar cientos de kilómetros en el cauce hasta que se estabilice su carga de sedimentos.

Los resultados de las investigaciones de la Escuela Politécnica Nacional (EPN) son muy valiosos para entender estas alteraciones en la zona. El boletín de la EPN de abril 2020, explica que, en pocos años la morfología del río “muestra cambios importantes” tras la construcción de CCS. Los estudios también determinaron un “aumento del 42% en la tasa de erosión” después de la construcción del proyecto. Esto muestra claramente la incidencia del proyecto sobre la dinámica de río, cambios que son evidentes en el aspecto del río estos últimos años.

Volcán Reventador y cauce del río Coca. En la parte inferior derecha se divisa la obra de captación de CCS, imagen que a muchos podría parecer surreal. Foto: Jorge Anhalzer

La relación entre el colapso de San Rafael y el Proyecto CCS

El 2 de febrero del 2020 la cascada de San Rafael, un ícono del turismo y patrimonio natural del Ecuador, se esfumaba ante el asombro de todos; solo quedarían recuerdos plasmados en las fotografías y memoria de quienes la visitamos. El acontecimiento despertó sospechas en muchos, incluyéndome. Es verdad que todo cambia y se transforma en el tiempo, los paisajes y los ríos no son excepción, pero este cambio no parece responder a un fenómeno netamente natural.

Cascada de San Rafael. Foto: Sergio Garrido

Varios geólogos coinciden en la formación de la cascada de San Rafael, un flujo de lava del volcán Reventador que hace más de 8000 años atravesó el cauce del antiguo río, represándolo y generando la cascada de más de 150m de altura. El represamiento del río, a su vez, fue acumulando el material que arrastraba el río, principalmente depósitos de material volcánico del Reventador y sedimentos que se acumularon, dando lugar al largo valle que se puede apreciar entre la cascada y la confluencia del Quijos y Salado.

Vale reconocer que toda cascada tiende a erosionar sus bases con el paso del tiempo, es decir, su destino era colapsar tarde o temprano. En el caso de San Rafael se apreciaba un arco cóncavo en la parte posterior de la columna de agua, producto de la fuerza erosiva de la caída. También hay que mencionar que la cascada ha tenido ligeros cambios en el paso de los siglos pero nada como un colapso total. Es así que nos surge una seria pregunta: ¿Por qué la cascada colapsó solo seis años después de represado el río? cuando estuvo sostenida por más de 8000 años, una “coincidencia” por decir imposible, sin duda algo que ameritará un estudio profundo.

En el año 1987, se produjo el conocido terremoto en la zona que generó grandes deslizamientos y daños en todo el sector; la cascada sobrevivió al sismo y al fuerte aluvión que arrastró el río pocas horas después. Esto es indicativo de que su estructura no era tan frágil como algunos asumen, y el colapso producido, si bien algún día ocurriría, difícilmente es producto solo de un proceso natural, más aún si ocurrió en un momento de relativa calma, ausencia de sismos y caudal del río por debajo de la media. La estructura y frente de la cascada pudo verse seriamente debilitada por los procesos erosivos desencadenados en el río desde la construcción de CCS, interrumpiendo su relativo equilibrio que la sostuvo por siglos. La abrupta pérdida de sedimentos de fondo y los cambios en la capacidad erosiva del río dejaron expuesta a la cascada a una peligrosa condición que pudo acelerar seriamente un proceso, que normalmente, tardaría siglos en suceder.

Nueva evidencia muestra que tampoco fue un evento que ocurrió de la noche a la mañana. Imágenes satelitales señalan que, al menos desde septiembre del 2019, ya se abrió un socavón de más de 60 metros de diámetro en la margen izquierda del río, justo sobre el arco de lava. Un socavón de este tipo se da cuando el agua abre paso debajo de la superficie, se infiltra, llevándose poco a poco el material sólido y generando el hundimiento. Estas infiltraciones sin duda se magnificaron con la pérdida de sedimentos de fondo y los cambios en la dinámica del río, el proceso culminaría el 2 de febrero, cuando el terreno cedió por completo, transformando el sitio.

La respuesta del río

Tras la muerte de la cascada nació un nuevo monstruo, uno que solo resalta el imponente poder de un río y nos recuerda sobre las serias implicaciones que tiene interrumpir el flujo natural de un cauce, sin contar con estudios adecuados, engañados por nuestra sabiduría técnica que cree poder controlar las complejas fuerzas de la naturaleza. Este nuevo proceso, conocido como “erosión regresiva”, ahora amenaza con llevarse todo a su paso. La gran altura que tenía la cascada potencia más el efecto, haciendo extremadamente agresiva la erosión, el río buscará equilibrar esa diferencia y la caída retrocederá por varios kilómetros hasta que encuentre material sólido.

El socavamiento y erosión del río podría demorar varios años hasta encontrar un nuevo equilibro, y durante este lapso ocurrirán importantes cambios en su morfología. A este problema se suma la naturaleza del valle en el tramo alto del río Coca, el cual es altamente deleznable, un lecho poco consolidado que posiblemente cederá a la erosión con facilidad. Aquí se jugó con fuego, y ahora tenemos un incendio difícil de apagar.   

Progreso de la erosión regresiva sobre el cauce del río Coca. El socavamiento del lecho ya tiene una profundidad de más de 70m.

Para rematar la historia, desde los eventos ocurridos tras el colapso de San Rafael, advertimos en varios medios que iniciaría un proceso de estas características, que pondría en riesgo a las infraestructuras a lo largo del cauce. Lastimosamente las autoridades no tomaron las medidas preventivas y la primera víctima fue la principal arteria económica del país, el oleoducto (SOTE, OCP y Poliducto) que se orillan al río a menos de 1,5 kilómetros de San Rafael. El incidente, totalmente previsible ocasionó un lamentable derrame en el río Coca, que avanzó al Napo, causando un incalculable daño ecológico y comprometiendo las fuentes de agua y las chacras de las comunidades­ asentadas a lo largo del río.

Poco o nada sabemos sobre cómo se procedió luego del accidente, si se activaron los protocolos del derrame a tiempo, cuánto volumen de crudo y gasolina se derramó, ni sobre las reales afectaciones al río. Todo esto acontece en medio de una crisis sanitaria que concentra la atención hacia otro lado. Tampoco sabemos si se han tomado medidas preventivas y están desarrollando planes de contingencia para el resto de infraestructuras que ahora están expuestas al socavamiento del río. Este proceso seguirá avanzando aguas arriba, será mucho más dramático cuando las intensas lluvias inicien en los próximos meses. Los riesgos son sumamente altos para las infraestructuras estratégicas situadas en las márgenes del río, como la carretera, otros tramos del oleoducto, la estación de bombeo del Salado y la presa de captación de CCS. Adicionalmente, el gran volumen de material sólido que ahora acarrea el río, producto del socavamiento, podría generar otros impactos a la morfología del río, aguas abajo del Coca y del Napo, provocando desbordamientos e inundaciones.

No se sabe a ciencia cierta cómo evolucionará el proceso erosivo regresivo, ni cuánto tiempo tomará en avanzar hasta dichas infraestructuras, pero lo visto en las últimas semanas no es nada alentador. La gran pregunta es si estas implicaciones fueron analizadas a fondo en la fase de factibilidad del proyecto, en los Estudios de Impacto Ambiental, o cómo se aprobó la licencia de construcción sin entender bien estas consecuencias. ¿Se aplicaron los “caudales ecológicos” de forma adecuada?

Este caso tiene una serie de negligencias que deberán ser investigadas a fondo porque los daños al ambiente, a las comunidades locales y a la economía del país son demasiado grandes. No hay dudas de que el ejemplo de CCS y sus impactos se convertirán en un caso de estudio a nivel internacional sobre cómo no hacer las cosas, una cadena de malas decisiones.

Para la Reflexión

Por lo pronto lo único que nos queda es una dura lección y la preocupación de que esto solo empieza. Impera entender que las obras hidráulicas tienen impactos complejos y que muchas veces estas inversiones generan más costos a futuro, costos que superan por mucho a los beneficios. El proyecto CCS no es un caso aislado, en Ecuador existen innumerables obras de infraestructura hídrica que han ocasionado impactos significativos a los ecosistemas, medios de vida de las poblaciones y donde los costos reales superan a los beneficios.

La hidroenergía es sin duda una alternativa necesaria para salir de las fuentes basadas en combustibles fósiles y diversificar la matriz de generación eléctrica de los países en vías de desarrollo. Pero estos proyectos deben ser mejor estudiados y deberían cumplir con estándares riguros así como evaluaciones integrales sobre los costos e impactos reales de su implementación. Hoy, los costos del megavatio instalado de otras fuentes de energía renovable no convencionales (ej. solar, eólica) son cada vez más competitivos que la hidroenergía, quizá no es lo más sensato seguir repesando ríos, más allá de los evidentes impactos, una matriz basada mayoritariamente en hidrogeneración nos vuelve sumamente vulnerables al cambio climático y otros riesgos naturales que abundan en Ecuador.

Me pregunto, por qué en lugar de gastar más de 2.800 millones en una obra con tantos riesgos al capital de inversión, no se financió un ambicioso programa de electrificación solar en zonas rurales, o en otros proyectos de energía renovable y eficiencia energética. Está claro que, en este caso, preguntas sobran y la falta de respuesta de las autoridades solo genera más dudas.    

Río Quijos. Foto: Sergio Garrido

“El agua blanda a la piedra dura acaba por romper”

Lao Tzu

Información adicional

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Informe técnico de la Escuela Politécnica Nacional:

Investigación muestra erosión en cauce del río Coca en el sector de San Rafael

Video: Serie temporal de la aparición del socavón y la evolución del proceso erosivo. Imágenes satelitales de la constelación Planet, cortesía de ConsultGeo Cia.Ltda.

https://www.planet.com/stories/reventador-emergencia-6YMvh_CWR

Explicación sobre efectos morfológicos del represamiento de ríos: https://www.internationalrivers.org/dams-and-geology

Artículo científico | Aguas hambrientas, los efectos de las represas en los ríos: https://www.researchgate.net/publication/225898396_Hungry_Water_Effects_of_Dams_and_Gravel_Mining_on_River_Channels

Charla virtual | Efectos de CCS en lo secosistemas acuáticos y relación con colapso de la cascada:

Los problemas globales del represamiento de ríos: https://www.nationalgeographic.com/environment/2019/05/worlds-free-flowing-rivers-mapped-hydropower/